Alma errante



“...Sherezade saboreaba cada momento. Sobre todo cuando era juzgada u observada. Nada le parecía incorrecto, todo era admisible siempre que no traspasara los límites del otro.

Esa tarde estaba confusa. Había conocido a un hombre muy tierno y ella estaba dispuesta a quitarse el manto de indiferencia, con él sí.

Después de una copa de vino, relajada y  mirando la llama de una vela con olor a canela se acordó de Ashmal.

De su amor, de su pasión, de sus abrazos verdaderos, del sabor de su saliva, del olor a hombre que desprendía y del universo que compartían y al que no iba a renunciar...

Pero ella era así...un ave que necesitaba volar, conocer otros mundos lejanos que le hicieran vivir y sentir con intensidad y desapego, de los que poder regresar sana y salva a su mundo real dónde Ashmal estaría siempre esperándole, ansioso por sentir que ella le entregaba su cuerpo y alma errante...”